Queridos
hermanos obispos españoles. Me permito dirigir a todos vosotros mi humilde
reflexión con el más profundo respeto por vuestra responsabilidad de pastores
de la Iglesia. Quiere compartir con todos vosotros mi inquietud ante vuestra
actitud pasiva hacia la situación que vivimos en Catalunya. Me duele en lo más
profundo del alma vuestra indiferencia ante las peticiones de diálogo por parte
de quienes consideran que el independentismo es una opción política legítima,
siempre y cuando se exprese, como ha sido hasta ahora, de forma democrática y
pacífica. Como católico me incomodan los reiterados intentos, en los cuales han
participado algunos destacados pastores de nuestra iglesia, de presentar la
unidad de España como un valor casi sagrado. No hay peor idolatría que
sacralizar las decisiones políticas humanas.
Os quiero transmitir,
casi a modo de corrección fraterna, mi decepción por el escaso interés
manifestado por muchos obispos españoles ante el escrito de trescientos
sacerdotes y diáconos catalanes pidiendo abrir caminos de diálogo y reconciliación
en relación al procés. Resulta desalentador
percibir la indiferencia del episcopado español ante la voluntad de estos
sacerdotes y diáconos, pastores de una iglesia que camina con el Pueblo de
Dios, de proponer vías para resolver un conflicto que no encuentra, hasta
ahora, las salidas políticas adecuadas. El texto de los sacerdotes y diáconos
catalanes expresa el sentimiento vivo entre las comunidades cristianas de
Catalunya sobre la sospecha de como los estereotipos y recelos dificultan
establecer una comunicación fraternal sobre las dinámicas políticas existentes
en Catalunya. En esta situación, es todavía más urgente pedir a todos un
sobreesfuerzo para abrir todas las vías de diálogo y, ante el inicio de los
próximos juicios a políticos catalanes y dirigentes sociales, apelar a la equidad,
justicia y humanidad. Me ha decepcionado el silencio de muchos de los obispos
españoles ante la carta de los sacerdotes y diáconos catalanes. Este silencio
contrasta con el compromiso manifestado por algunos eclesiásticos catalanes que
han sabido estar al lado de quienes hoy están en prisión y sus palabras
pastorales han sido adecuadas para acompañar a quienes viven el momento
político con desasosiego y desconcierto. Estos, a diferencia de vosotros, han
sabido orientar las actitudes de los cristianos en estos momentos de
incertidumbre. Confieso que esperaba que el episcopado español hubiera hecho lo
mismo para contribuir a crear un espacio de dialogo orientado al acuerdo
político, único espacio posible donde situar la salida de este conflicto.
Me da la
impresión, y reconozco que ello me entristece enormemente, que buena parte del
episcopado español ha adoptado una actitud de parte en lugar de tender puentes
para recomponer el diálogo. Nuevamente, se repiten errores históricos que tan negativamente
han perjudicado la imagen de la iglesia española en un pasado no tan lejano. El
conflicto político que vive una importante parte del pueblo catalán con el
Estado español merece una mejor atención por parte del episcopado español. El
silencio entristece el alma porqué ante la injusticia los cristianos debemos
ejercer la denuncia profética. Actualmente, algunos dirigentes políticos y
sociales están en prisión preventiva acusados de unos delitos que no
cometieron. Paradójicamente, son acusados de unos delitos, sedición y rebelión,
que a los cristianos nos resuenan próximos porque son los mismos que sirvieron
para lleva a Jesús a la cruz. Sinceramente, como cristiano, como miembro del
cuerpo eclesial, me indigno ante este silencio espeso tras el cual se esconde
buena parte del episcopado español. Ante una acusación injusta, el silencio no
es la actitud esperada para quienes se presentan como cristianos.
Siempre hemos de
volver a la oración para descubrir como la causa de Jesús nos ilumina nuestro
camino en el mundo de la acción política. No podemos eludir la responsabilidad
de situarnos como cristianos al lado de quienes están padeciendo una injusta
acusación alentada y jaleada por afirmaciones fundamentadas en el odio y la venganza.
Los cristianos hemos de procurar ser personas pacificadoras desde el
convencimiento que debemos situarnos al lado de quienes sufren y padecen
cualquier tipo de justica. Por todo ello, queridos hermanos pastores del
episcopado españolo, os ruego que asumáis con vigor las palabras de la carta de
los sacerdotes y diáconos catalanes cuando afirman que es “más a lo que nos une que lo que nos separa, y no anteponemos nunca
ideologías ni leyes humanas al respeto recíproco y en la verdadera justicia. No
hacemos nada por rivalidad ni por arrogancia y no miramos cada uno por
nosotros, sino procuramos todo por los otros (cf. Flp 2,3-4), pidiendo juntos
en la oración que el amor de Cristo y el amor recíproco en Cristo nos haga a
todos promotores y testimonios de auténtica fraternidad cristiana entre todos”.
Desde este
sentimiento de fraternidad plena, pido a los obispos españoles una orientación
pastoral que, inspirada en la Doctrina Social de la Iglesia y respetuosa con
los derechos de Catalunya, permita empezar el diálogo político sobre cuál debe
ser la relación entre Catalunya y el Estado español. Ante la
proximidad del inicio del juicio penal contra varios líderes políticos y
sociales catalanes, acusados de unos delitos que muchas voces expertas niegan
su naturaleza, os pido que como obispos, no actuéis por prejuicios y seáis
sensibles a la búsqueda de la verdad y la justicia las cuales, como en todo
proceso de discernimiento se ilumina con el recuerdo de la pasión y
resurrección de Jesús.
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